Con todas sus fuerzas el sol y la luna se estrellan,
los luceros caen como testigos demasiado maduros
y como una lechigada de ratones grises.
No temas nada, prevé tus crecidas aguas,
que si bien se llevan la ribera de los espejos
han salpicado lodo en mis ojos,
y veo, veo terriblemente, yo veo
que de todas las montañas de todas las islas
sólo restan los pocos dientes cariados
de la impenitente saliva de la mar
*
Aimé Césaire
MARTINICA
1913-2008