martes, 29 de noviembre de 2011

Dick Emanuelsson: Colombia, guerrilleros y militares oficiales son combatientes (*)


MARTES 29 DE NOVIEMBRE DE 2011

Colombia: 
Muertos cuatro oficiales prisioneros de guerra y Santos & Cia. pide condena internacional


Dick Emanuelsson (especial para ARGENPRESS.info)

El Padrino y el Fundador de los “Falsos Positivos”, Juan Manuel Santos, presidente de Colombia, ahora pide a la comunidad internacional que ésta tiene que condenar a la guerrilla de las FARC por haber fusilado a cuatro oficiales de las Fuerzas Militares colombianas cuando el ejército entró en combate con la guerrilla en el departamento de Caquetá.

Basarse en información de un actor de guerra, como el ejército, es sumamente peligroso. Lo hacen las grandes corporaciones o el Terrorismo Mediático con un tinte político.

¿Podemos decir que la muerte de los cuatro oficiales, militares profesionales, que fueron capturados en algunos casos en 1997 y hasta ahora han sido tratados como prisioneros de guerra, según los convenios internacionales, su suerte ha sido “cruel e injusta”?

Vivía y trabajaba desde Bogota cuando la guerrilla de las FARC atacaba a la cárcel La Picota y liberó a 100 presos políticos, entre ellos muchos guerrilleros. ¿Será que los guardianes de la cárcel dispararon balas de goma? ¿Dispararon a la espalda o pidieron primero que se voltearan los prisioneros de guerra para después darle el “tiro de gracia”?

Guerrilleros y militares oficiales son combatientes y a veces son capturados en el campo de batalla como prisioneros de guerra. Uno de los oficiales muertos fue el sargento José Libio Martínez, que llevaba más de 13 años, capturado en la base militar de Patascoy, en una altura de 4.200 metros en los Andes colombianos. Fue un combate entre dos ejércitos, un regular y el otro irregular. Pero fue un combate militar. Ahora está muerto, por el ataque del ejército a la guerrilla y es una gran tristeza. Pero así es la guerra no declarada que la oligarquía lleva a cabo contra su propio pueblo desde más de un siglo y la solución de esa guerra no es la capitulación como intentaron todos los presidentes colombianos desde 1964 hasta ahora, pasando por Uribe y Santos.

Entrevisté a uno de los guerrilleros que dirigió la toma de la base militar del cerro Patascoy solo tres semanas después la batalla; un guerrillero que fue dado de baja por el ejército unos años después. Pero a nadie se le ocurrió decir que fue “asesinado por el ejército” porque el guerrillero sabe lo que significa incorporarse a la guerrilla y luchar por una Nueva Colombia. Claro, sus familiares lloraron con toda seguridad. Pero eso no se reflejaba en los titulares de la gran prensa. Allá solo se ven los partes de guerra de triunfalistas, inyectando ese falso optimismo militarista que ha dicho durante medio siglo que “mañana triunfaremos contra los bandoleros”. Y todo sigue igual, pese a que la misma prensa ha dado de baja a Manuel Marulanda, el fundador de la guerrilla, “por lo menos 1.200 veces”, relató 1988 en Casa Verde durante el “Cese de Fuego” (sic). Ese cese del fuego y todos los procesos de paz han sido torpeados y saboteados y hasta eliminados por el Poder Fáctico en Colombia.

El Tiempo dice en sus textos, hoy, que los militares del estado terrorista son “secuestrados”, mientras los guerrilleros, prisioneros en las cárceles estatales, son terroristas y merecen pudrirse allá.

¿Quien se preocupa en El Tiempo por lo que piensan o sufren los familiares de los 7.500 presos políticos que se pudren en las cárceles colombianas?

¿Cuándo los lectores de El Tiempo han leído una sola línea que ponga en su contexto el drama que viven estos presos y sus familiares y parientes?

El Tiempo no tiene descaro en poner en primera fila la foto de un Alfonso Cano muerto, con los ojos abiertos, igual que el Che. Sin miedo por la muerte, igual que el Che.

La guerra no solamente es con fusiles y bombas de 500 libras, sino también con la política y la ideológica.

La oligarquía, el autor intelectual y el beneficiario de la guerra, siempre salen “ilesos” cuando mueren los combatientes de ambos lados en la selva o en la montaña.

Y hay una cantidad de colegas que no distingue entre el efecto y la causa.
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(*) El título es nuestro