jueves, 11 de noviembre de 2010

Amor peligroso: compromiso y responsabilidad


La verdad es que hallar algo que sobreviva con dignidad en medio de una sociedad podrida es ciertamente difícil. Difícil pero no imposible. Aun con toda la podredumbre rodeando a los seres siempre hay algo que puede salvarlos: la esperanza o la inocencia. Y de esto trata Ben Okri en su novela ‘Amor peligroso’ que publicó en España Ediciones del Cobre allá por 1998 y que acabamos de releer.

Ben Okri nació en Minna el 15 de marzo de 1959. Ben Okri es un reconocido poeta y escritor nigeriano que ha desarrollado su carrera literaria en lengua inglesa. Okri pasó sus primeros años de vida en Inglaterra para luego pasar su infancia en Nigeria. Poco después de 1976 volvió a Europa para completar sus estudios universitarios. Flowers and Shadows (1980) fue su primera novela. Al igual que en toda su producción, se puede apreciar en ella un fuerte compromiso con la situación   política de su país y de toda África. Ha ganado varios premios incluyendo el Booker en 1991 por El camino hambriento, el Commonwealth Writers Price, el Paris Review Aga Khan Prize for Fiction, el Chianti Rufino Antico Fattore International Literary Prize y el Grinzane Cavour Prize. Okri está considerado como uno de los mejores narradores africanos de la actualidad. Su estilo, entre lo maravilloso y real, está influido por el realismo mágico sudamericano, pero sin  pertenecer por completo a       dicho estilo. El mago de las estrellas (2007) es su última novela publicada hasta el momento.

Amor peligroso trata de Omovo, un joven de un gueto de Lagos, capital de Nigeria, que trabaja en una oficina de otro barrio de la capital. Y que no le gusta mucho la verdad. A él lo que en realidad le apasiona es la pintura. Desde que llega del trabajo a su calle, en el gueto, prende su pensamiento del lienzo y pinta. Pero para ir y venir del trabajo, todos los días, tiene que salvar obstáculos que, vistos desde las sociedades desarrolladas de occidente, son casi un acto sobrehumano: autobuses atestados a los que hay que subir dando codazos, sufriendo empujones, escupitajos, sudores, apretujamientos… eso… cuando se consigue subir al vehículo, que no siempre se corona esa hazaña; otras veces hay que esperar al próximo bus, con el retraso que supone la espera y arribar tarde a la empresa, lo que lleva aparejado la bronca de los jefes o los comentarios maliciosos de los compañeros de oficina.

No obstante, todos los acontecimientos del vivir cotidiano le proporcionan motivos para plasmarlos en los cuadros. Lo que le paraliza muy a menudo frente al caballete son las dudas del por qué de las cosas: de la miseria del gueto, de las gentes del barrio, de la familia, de la ciudad, de la empresa… en fin, de su país: de Nigeria, su historia, sus tradiciones, sus religiones, sus lenguas, sus guerras tribales… por lo que el resultado final del cuadro es ajeno a lo que en principio quería plasmar.

Esa lucha interior por comprender lo convierte en una isla en medio de un mar nauseabundo, putrefacto, sin que sea consciente de su singularidad; pero si siente un cierto desasosiego. Solo se halla a gusto cuando se reúne clandestinamente con su amada Ifeyiwa. Clandestinidad necesaria al estar ella casada. Ambos son islas en medio de la miseria, la vulgaridad, la violencia, la grosería, el machismo, las ratas, las basuras, las arañas, los lagartos, los chinches, el polvo… todo lo feo y asqueroso que existe en el mundo. Por eso se pierden, en cada cita, por un dédalo de callejuelas huyendo de su calle, del gueto, con la ilusión de poder hablar y amarse en libertad, ajenos a cuchicheos y miradas maliciosas.

El relato se va desenvolviendo en este ambiente, hasta que la brutalidad del marido de Ifeyiwa obliga a esta a abandonar la casa familiar dirigiéndose hasta la aldea de sus padres y, cerca de ella se baja del autobús, en contra de las recomendaciones de las mujeres que van en el vehículo, que le advierten del peligro de andar a pie, de noche, cuando hay bandas de gente armada; a  poco de andar caminando hacia su aldea, cuando ya los olores de la infancia se le metían dentro de ella y la alegría volvía a enseñorearse de todo su ser, la matan.

Casi en paralelo él es despedido de la empresa y se va del barrio a una ciudad cerca del mar a meditar, a salir de sus dudas; retornando al barrio casi como un hombre nuevo, revestido y envestido de responsabilidad y compromiso.

La narración se desenvuelve la mayor parte del tiempo en el barrio, alguna jornada en la empresa, con escapadas a una exposición de pintura, a la casa de algún amigo, al taller de un pintor, a una ceremonia de una sociedad secreta; ocupando una parte importante del libro a la amada del personaje y al marido de esta. Dicha estructura le permite al autor mostrarnos la vida colectiva del gueto, con sus olores, calores y sudores y su vida insalubre;  la corrupción en las empresas; las inquietudes de los artistas como hombres del pueblo; la opinión de los amigos sobre el pasado, presente y futuro de Nigeria; la psicología de la mujer en Ifeyiwa y el machismo y brutalidad con el marido.

Dice al final el autor, en una nota aclaratoria: “En 1981 publiqué una novela titulada The Landscapes Within. Dangerous love (Amor peligroso) tiene origen en esa novela… Yo deseaba escribir una novela que celebrara tanto los pequeños detalles de la vida cuando los grandes, tanto los interiores como los exteriores. Quería ser fiel a la vida cotidiana, pero al mismo tiempo contar una historia que mereciera la pena… Pasaron muchos años hasta que recogí la materia prima, de la cual creció esta nueva obra. Amor peligroso es fruto de una gran inquietud. Espero, por lo tanto haber liberado su espíritu”.

No sabemos si a lo que se refiere es a esa defensa del compromiso y la responsabilidad. Porque eso es lo que hemos sacado en limpio. Un compromiso y una responsabilidad de la persona para laborar por un mundo mejor, por una Nigeria sin guerras, ni corrupción, sin miserias y sin desesperanzas. No es un mensaje partidista, sino un compromiso general contra una sociedad heredada del tribalismo y del colonialismo blanco; una sociedad dividida en clases donde unos, los más, tienen poco o nada y los otros, los menos, nadan en la abundancia. Y esa responsabilidad y ese compromiso de Omovo puede ser un Amor peligroso, como el dedicado a Ifeyiwa. Y una esperanza de poder derrotar a la podredumbre.