miércoles, 21 de octubre de 2009

Relectura de 'El Cura' y 'Todo se derrumba'.

Vamos a comenzar a releer dos novelas: 'El Cura' de Eduardo López Bago y 'Todo se derrumba' de Chinua Achebe.
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'El Cura' de Eduardo López Bago comienza así: "Tenía veintidos años. Acababa de cumplirlos el domingo XI de Pentecontés, día que también era de su santo, San Román, soldado y mártir, cuya conmemoración cae en el 9 de agosto, aniversario de la muerte del arzobispo D. Rodrigo, memorable ccoronista de la batalla de las Navas."
Y termina con las siguientes palabras: "De un solo salta cayó sobre ella. Gracia despertó en brazos de su hermano. No hubo resistencia ni susto.
-¿Eres tú, Román?
-Yo soy.
Entonces en la oscuridad sonrió. Devolvió las caricias. ¿Por qué ni para qué había de extrañar aquello?
Lo esperaba."
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En cuanto a 'Todo se derrumba' de Chinua Achebe, el primer párrafo dice así: "Okonkwo era muy conocido en las nueve aldeas e incluso más allá. Su fama se basaba en unos éxitos personales considerables. Cuando era muchacho de dieciocho años había dado honra a su pueblo al vencer a Amalice El Gato. Amalice era el gran luchador invicto desde hacía siete años, desde Unuofia hasta Mbaino. Lo llamaban El Gato porque nunca daba con las espaldas en tierra. Ese era el hombre al que derribó Okonkwo en una pelea que los ancianos convenían había sido la más dura desde que el fundador de su pueblo combatió siete días y siete noches con un genio de la espesura."
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Y acaba de este modo: "El Comisario se marchó y se llevó con él a tres o cuatro soldados. En tantos años que llevaba trabajando para llevar la civilización a diversas partes de África, había aprendido varias cosas. Una de ellas era que un Comisario de Distrito no debía asistir nunca a tareas tan poco edificantes como la de bajar a un ahorcado del árbol del que colgaba. Tal atención haría que los indígenes le tuvieran poco respeto. En el libro que estaba pensando escribir iba a insistir en este aspecto. Al volver al tribunal iba pensando en aquel libro. Cada día recogía más material. La historia de este hombre que había matado a un ujier y se había ahorcado resultaría interesante de leer. Casi se podría escribir todo un capítulo a su respecto. Bueno, quizá no todo un capítulo, pero en todo caso un párrafo bastante largo. Había muchas más cosas que incluir, y había que ser firme en cuanto a enredarse en detalles. Ya había escogido el título del libro, después de mucho pensárselo: 'La Pacificación de las Tribus del Bajo Niger'.