miércoles, 22 de agosto de 2012

Janheinz Jahn (1): El 'símbolo' de la represión estaba en la escuela (*)


Autor: Janheinz Jahn ; Título: Durch afrikanische Türen (1960) by Eugen Diederichs Verlag;  Düsseldorf-koln - Frankfurt (Germany); 279 páginas.

Autor: Janheinz Jahn; título: Africa Puertas Adentro (Hechos, cosas y gentes de África occidental); título del original: Durch afrikanische Türen (1963) - traducción del alemán: Ingeborg S. de Luque; los libros del mirasol; Compañía General Fabril Editora; 252 paginas; Buenos Aires (Argentina)

La fecha del libro, 1960 en alemán y 1963 en castellano, nos explica el subtítulo que dice 'Hechos, cosas y gentes de África occidenal'. Poco después tendría que haber citado paises independientes en concreto. Aquí ya cita a Ghana como país independiente y a su dirigente Kwame Nkrumah. Si bien, en general, aun utiliza el lenguaje colonial nombrando a las regiones o zonas del imperio británico o del frances. Es un libro que hemos leído a menudo. Nos ha enseñado muchas cosas. Lo cual agradecemos a este africanista alemán. Ahora, pasado el tiempo, nos damos cuenta de que su optimismo en un porvenir luminoso de África no se ha llevado a cabo. Los independentistas no han cumplido con su pueblo. Lo han abandonado. Y han traicionado sus ideas dejando el poder real, el ecónomico, en manos de los blancos de siempre. Por eso a la época independiente africana hasta hoy se le ha denominado 'Neocolonialista'.  Es decir: siguen dominando las metrópolis coloniales. De momento.

El autor visita esa zona: Nigeria, Ghana, Camerún... y escribe sus observaciones sobre el paisaje, el paisanaje, la comida, la religión, los transportes, la burocracia, la educación, la política, la cultura, las mujeres, los hombres... Siempre alejado de las rutas turísticas y metido entre las gentes africanas. 

Va sacando también lecciones de vida, de vida personal; por ejemplo: de viaje con un amigo por la Nigeria del Norte les invitó a su casa un hombre influyente; llegó la hora de comer y como las comidas las preparaban con mucho picante y hacía excesivo calor ardían por dentro y por fuera; el señor de la casa les dijo que si querían un baño; a ellos les salió la respuesta que si, como náufrago se agarra a una tabla de salvación; enseguida les preguntó si un baño caliente o frío; a ellos les pareció la pregunta extraña; no obstante contestaron que fría, por supuesto; después, con el paso del tiempo por esas tierras, aprendieron que es mas refrescante un baño de agua caliente o tibia que un baño de agua fría.

Pero traemos a colación este libro por unos párrafos del capítulo titulado 'Educación, con mayúscula'. Y es que, salvando las distancias, a nosotros, nos relataron, en Euskadi, algo similar a lo que cuenta Janheinz Jahn de la educación en la parte francesa. Si bien, tenemos que decir que no sabemos si eso que aquel hombre nos contó fue una orden de la autoridad franquista para todas las Escuelas de Euskadi o solo se refería a aquel pueblo. No lo hemos investigado.

Veamos: 

Llevábamos unos meses dando clase a niños de corta edad en Cestona. Cestona es pueblo de la provincia de Guipuzcoa conocido por su balneario al que acudían (y acudirán)  gentes de alcurnia. Este pueblo está en Valle del Urola. Allí estuvo algún tiempo de médico el escritor Pío Baroja. Bien, pues la Caja de Ahorros organizó una jornadas culturales en el cine de otro pueblo de ese mismo valle, Azcoitia; como dista numerosos kilómetros de Cestona, el banco puso autobuses para llevar a los niños; se acomodaron en los asientos alegres e inquietos; me senté en un asiento; como eran asientos dobles el otro se quedó vacío; y el chofer arrancó el vehículo y el autobús comenzó a rodar; en el asiento vacío se sentó un hombre que se presentó como empleado de la Caja de Ahorros; los niños cantaban; de cuando en cuando había que llamar la atención a algún niño para que no se desmandara.

Este hombre comenzó a hablar de su pueblo, de las virtudes de su pueblo. Me conocía la charla de los ditirambos localistas de memoria. El pueblo es el mejor, el mas famoso, el que mas hoteles tenía, donde mas visitantes acudían... Y fue derivando hacia la escuela, los maestros, los niños, la escuela como edificio, las clases, el respeto al niño, las madres, el amor a los niños, los caseríos, el tratar con cariño a los niños de los caseríos, a los niños de los caseros y a los de la calle, a los del pueblo.

-A los niños hay que tratarlos con cariño, con amor, con respeto, con mucho tacto. ¿Porque usted los tratará con respeto? -me mira.

-Claro.

Y siguió hablando del euskera, de las particularidades del su habla, de la ortografía, que aun no está regulada (por entonces, por 1969 o 1970 mas o menos), del poder de expresión de su idioma, de los escritores que han escrito en euskera y que han tenido sobre todo la mira en la niñez; tratando a los niños con esmero, con devoción, como debería hacer yo.

-Yo los trato con todo cariño.

-Hay que ser consciente de que el niño es como un brote nuevo al que hay que regar, echarle abono; en suma cuidarlo; y ser conciente del mal que se puede hacer a los niños. Y eso es un crimen que merecería ser castigado. Por aquí han pasado maestros rurales (eso de rural me sonó exótico) de todas las clases. En general malos;  a los niños no sabían tratarlos como es debido, se enfadaban por el hecho de hablar vasco; cuando el niño, que solo sabe su idioma, hablaba espontáneamente en idioma materno; y a los que se expresaban sin querer el idioma que hemos mamado los castigaban y al final de la clases alguno se quedaba con el collar de la bolita colgado al cuello. ¿No será usted uno de los aplican ese castigo? Bueno, que digo, si eso ya no se utiliza ese método, creo yo

Me vuelve a mirar. Y yo me atrevo a preguntarle:

-¿Qué es eso del collar con la bolita?

-¿No lo sabe de verdad? ¿No me estará tomando el pelo?

-Si no quiere explicarlo a mi me da igual. Allá usted...

-Ya veo que realmente no tiene idea de eso. Pues verá: como sabe, aquí hablamos euskera y no castellano; pero las clases se dan en castellano porque ustedes, los maestros, no saben el euskera; los niños, por tanto, les cuesta hablar en castellano y  se expresaban en euskera; y para evitar que hablasen en nuestra querida lengua materna se prohibía hacerlo en clase; para que eso fuera efectivo se inventó el collar con la bolita; la tenía por la mañana el maestro en su mesa; si alguien hablaba en euskera se tenía que colocar el collar con la bolita en el cuello; entonces, para quitarse de encima el collar, esa mancha, esa vergüenza, aguzaba el oído para oir al que se pronunciara en euskera; corría a chivarse al maestro con lo cual se veía libre del baldón, del oprobio, de la señal, pues inmediatamente pasaba el ignominioso objeto al acusado; la clase se convertía de ese modo en todos vigilando a todos. Un verdadero infierno.

-¿Al que terminaba con el collar que le ocurría? 

-O le daba una paliza el maestro o se la daba su padre; el padre, con harto dolor de su corazón, lo hacía por el bien de la familia ya que podía ser fichado como rebelde a la dictadura franquista o militante independentista. Y eso conllevaba la represión:  echarlo del trabajo, que la policía lo molestara, palizas en los cuartelillos de la Guardia Civil o la cárcel por cualquier pecata minuta.

-Ya entiendo el por qué siempre me ha estado hablando de que quisiera a los niños, los amara, los tratara bien... De modo que ya me estaba usted hartando porque yo siempre he tratado bien a los niños.

Eso fue lo que nos contaron allá en Cestona, pueblo vasco en el Valle del Urola y este el relato del africanista alemán que completa, creemos, lo que hombre no supo expresar:

"En las regiones ocupadas por los británicos, la enseñanza elemental comienza en idioma autóctono y solo a partir del cuarto año de estudios se agrega el inglés. En las zonas de mandato francés, al igual que antaño en las alemanas, se comienza desde el principio con la lengua europea. Los textos de enseñanza primaria son buenos, y la enseñanza podría resultar amena, pero hay allí un método de tortura que es más eficaz que la regla o el palo para el aprendizaje del idioma francés:

'Tu hablas el fanti, te doy el 'símbolo',
ah, ah, te doy el 'símbolo'.
Tú hablas el agni, te doy el 'símbolo',
ah, ah, te doy el 'símbolo'.

Y todos los que llevan un aro, una cartera de colegio, algunos libros en las manos, caminan, andan, bailan en derredor y le gritan en el oído:

'Tu hablas baulé, te doy el 'símbolo',
ah, ah, te doy el 'símbolo'.

En el umbral está el director y sonríe.

-¡El símbolo! ¿No sabe usted lo que es? Tiene suerte. Es una pesadilla. En la escuela no se puede hablar, no se puede reir, pues siempre se piensa en el 'símbolo'. Se busca, se espía al portador del 'símbolo'. ¿Dónde está? ¿lo tiene este? ¿O ya lo lleva aquel? Debajo de cada taparrabo, en cada cartera escolar para estar metido. Los unos miran con desconfianza a los otros, el 'símbolo' ha envenenado el ambiente, ha viciado el aire, ha helado los corazones. Los inspectores escolares notaron en sus reiteradas visitas que estos 'burros' no trabajaban con  gusto suficiente el idioma de Vaugelas. Nada es mas doloroso que oir que se habla mal la lengua materna...

Se tomó la decisión y se enviaron circulares a todos los rincones de la selva, hasta a la mas chiquitita escuela de aldea. 'Está prohibido hablar la lengua materna dentro de la escuela'. Fue una orden precisa y su alcance estaba bien delimitado, Ese día se creó el 'símbolo', un pedazo de madera, una caja de fósforos vacía..., cualquier cosa, que se entregaba al mejor alumno con la misión de dárselo al primer estudiante que se expresase en idioma propio.

De este modo el primer día de vigencia de la orden y de la aparición del 'símbolo', entró una frialdad particular en el aula. Si bien aun se cantaba al  empezar la clase, ya no se hacía con el mismo entusiasmo, con el mismo brío. Y los recreos, los alegres e impacientemente esperados recreos después de una lección mal sabida, esos recreos que hacían pensar en un telón que se levantase repentinamente, también cambiaron. En lugar de la confusión despreocupada, del retozar, del correr y del alegre pelearse, actos en cuyo ejercicio resulta tan fácil caer en la lengua de los padres para darse ánimos, los alumnos se dividieron en pequeños grupos, solo se atrevían a murmurar palabras en secreto, desconfiando de cualquier compañero que pasara a se sentase inocentemente cerca de ellos. Lo mas sensato era irse inmediatamente. Si uno se permitía dirigirse la palabra en lengua agni, los compañeros sentían miedo y le respondían en francés. A un amigo, en cambio, se le habla sin desconfianza en la propia lengua y se entrega riendo el 'símbolo'.

Por eso, bajo la batuta de los franceses es corriente encontrarse muchachitos de diez años que hablan con corrección el francés y jovencitos acostumbrados desde muy pequeños a pensar en el idioma francés. El severo principio de selección, que solo abre el paso de la escuela superior a los mejores alumnos, aunmenta el rendimiento y acicatea al alumnado. Donde haya chicos en edad escolar, se les verá siempre inclinados con fervor sobre los libros de texto. En el tren que une Lomé con Palimé, viajaban en el mismo coche que un servidor de ustedes dos escolares que se aplicaban incansables, y al ritmo del traqueteo del tren, a aprender una fábula de Lafontaine hasta que se la aprendieron de memoria sin errores. La carrera universitaria en Francia, en París,  es el aliciente que asoma tras los años de intenso trabajo.

El sistema de educación francés para África occidental se basa en la asimilación total de la intelectualidad africana por la cultura francesa, con el propósito de atar cultural y políticamente a Francia a todos aquellos africanos que puedan constituirse en un peligro para el poder de Francia y convertirlos, mediante la escuela y la universidad, en franceses negros, susceptibles de sucumbir a las tentaciones de la vida que se les brinda generosamente en Francia, iniciando brillantes carreras sea en el campo intelectual o en el de la administración, en lugar de regresar a África y dedicarse quizás a fomentar la independencia.

Políticamente, este plan ha fallado. El elevado nivel científico de los africanos residentes en París y apartados de su patria, les brinda el medio de redescubrir África por la vía intelectual. Les ayuda a aquilatar el valor de las tradicionres culturales africanas y a pelear por la libertad de su patria desde su recién adquirida conciencia de si mismos."

Políticamente, añadimos nosotros, el plan tampoco funcionó en Euskadi. Aunque los vascos no hayan logrado su indepencia.

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(*) Título nuestro
Foto: Janheinz Jahn