lunes, 26 de enero de 2009

José Mª Amigo Zamorano: Cantar de las dos Torres contra el espectador



José Mª Amigo Zamorano: Interrogándonos en torno al 'Cantar de las dos Torres'


"La Fe de los hombres hijos de muerte" que a veces -así comienza García Calvo ¿su? 'Cantar de las dos Torres'- "alzaba a los cielos altivas torres" y otras veces "las arrumbaba (sic) por tierra", "siendo una y misma la Fe", "a fin de ser diferentes, partido tienen al mundo en harturas y escaseces".

Pues bien, esa Fe llevó a oficiales y jeques del mundo de las escaseces a reunirse en una tienda "en la linde del yermo de los Edenes"; y a magnates, ministrantes y generales del mundo de las harturas a congregarse, "allende el vasto Océano", en el "salón del Blanco Palacio".

Los unos, en la tienda, expones sus quejas declarando que, los otros, les beben el petróleo con sus capitales y los tratan como a perros; se reafirman, por consiguiente, en su decisión de guerrear asestando un duro golpe al enemigo, "tal que rechine con él y se tuerza el eje del mundo" impactando tres aviones contra el "Sumo Conglomerado"; y tras constatar que su Fe es firme y desechar algunas voces que piden prudencia ('debe también lo prudente tenerle al brazo a lo justo') se disuelven.

Los otros, como señores del Orbe, examinan la Economía del mundo, constatando en primer lugar el equilibrio del Mercado; para a continuación ver a los Bancos un poco resentidos; y, todo hay que decirlo, les preocupan los rebotes y sobresaltos en los "Petrolíferos Campos" por "caer en territorio duro y reacio a tomarse nuestros intereses como propios"; tras apartar la idea prudente de desmontar las bases de esa desafortunada operación, votan a favor de la guerra, para que "la masa ansiosa de acontecimientos" no "se revuelva a donde no debe" y así "desvíe su ira a buen fin" hinchándose "de gesta y temblor" "su desolado vacío"; "la guerra, además, es el medio que guarda la paz interna y el orden"; y tras probar que su Fe sigue incólume ('mañana será nuestro día y sus luces Dios nos otorgue') se levantaron de sus asientos.

Las decisiones están tomadas.

Aquí el poeta se da una pausa para describir la construcción de la torres. Luego viene el vuelo de los aviones de la muerte, siguiéndole la destrucción de ambas torres gemelas, pues, a despecho de alertas precoces, redes retromóviles y láseres vigilantes del Sumo Conglomerado (de su fatuidad y soberbia), consiguen llevar a cabo con éxito el ataque. ¿Logran los jefes del mundo de las escaseces torcer el eje del mundo? Pues no. Solo un ligero temblor. Alguna conmoción y silencio. Enseguida proclamaron los jefes del mundo de las harturas: 'Si dos torres cayeron, tres nuevas ahí se alzarán'. Para, a continuación, subrayar: 'invasión de justicia y guerra y posguerra'. Con lo que el poeta puede relatar con objetiva frialdad lo que queda del ataque: ruina, desolación... y el llanto incontenible de las viudas con que termina el cantar.

Divertimento para unos años. Y el mundo que sigue partido entre abundancias y escaseces.

Fin.

¿Qué podemos desprender de esta 'breve y tremebunda' epopeya? ¿Y, sobre todo, qué podemos extraer para no ser simples espectadores (como nos recomendara Aimé Césaire) de este cruel desaguisado que, a nuestra vista, está llevando a cabo la Fe de los hombres hijos de muerte?

Las preguntas nos vienen porque siendo el autor considerado, como lo es, por numerosas personas 'maestro' tendemos a pensar que con este 'Cantar de las dos Torres' nos quiere enseñar, o mostrar, algo el autor. ¿O acaso no es la misión de un maestro guiar, iluminar caminos, desbrozar senderos?... ¿No es un maestro como faro, o brújula, de ciegos interrogadores?... ¿No es esa su gera?... O por lo menos menos mover un debate a fin de... ¿O sin ningún fin?... ¿Por el puro placer de contrastar opiniones?... ¿Solamente por eso?... ¿La guerra contra la Fe es simple palabrería?... ¿O el maestro conduce a la Acción mediante el Pensamiento?... ¿Acción y Pensamiento, no van unidos como decía Marx (D. Carlos)?... ¿Es solamente un empacho de vocablos bien hilados por juego de oratoria?... Si el tiempo de choque tremendo es el de siempre, ¿para qué hablar de esto?...

Seguimos con las preguntas, insistimos en ellas, porque no conocemos realmente el pensamiento de D. Agustín. Nosotros no lo hemos seguido de continuo. No conocemos los entresijos. No hemos tenido ocasión de oírle en esas intervenciones en ateneos literarios y libertarios.

Por cierto, nos preguntamos, ¿qué proceso le llevó al pensamiento ácrata?... ¿tienen, en su planteamiento, algo ver los clásicos del pensamiento anarquista?... ¿O ha llegado sin ninguna influencia por su propia reflexión?... Y, ¿cómo son ahora esos lugares libertarios?... ¿quién acude?... ¿son obreros?... ¿qué clase de obreros?... ¿serán acaso como esos soladores, electricistas, forjadores, pulidores, que construían las torres?... ¿o acuden profesores, pequeños comerciantes, artesanos, autónomos, funcionarios?... Nos gustaría saber todo esto.

O por el contrario, ¿son acaso una 'masa municipal y espesa' anhelantes de acontecimientos guerreros y sangrientos de fuera de sus fronteras, como describía a los burgueses Goethe en Fausto, la que acude a sus charlas?... Suponemos que no, que son trabajadores los asistentes que acuden a sus charlas. Pero no lo sabemos y nos gustaría saberlo.

¿Qué les dice?... ¿qué puede decirle un profesor a esos trabajares manuales, a esos obreros explotados o parados?... ¿qué mundo les alumbra?... Repetimos, nos gustaría saberlo.

De lo que si estamos seguros... bueno, no... intuimos... que, para Agustín García Calvo, como para muchos, la irrupción violenta y rebelde (así parece) de una fuerza, que se dice musulmana, en el mundo, ha sido como un rayo en cielo sereno. O casi. Y es que los mahometanos dominaron, como un ciclón, el mundo de la parte en que vivimos. Y luego se fueron extinguiendo, debilitando, oscureciéndose, hasta desaparecer como fuerza de Fe predominante. Recordamos a los poetas sus preguntas acerca de ellos: 'Que fue de ....?'... '¿Qué fue de Balk... ? se preguntaba Omar Kayyhan. '¿Qué fue de tanto fulgor?', quizás quiso decir como Manrique. Preguntas acerca de esplendorosas realidades del pasado, como las Torres Gemelas. Relacionadas con monumentos erigidos por la Fe. Eran pasado. Y ahora el pasado retorna. Ya se habla de Al-Andalus. Por lo que serían lógicas las preguntas exclamadas casi como exabruptos: ¿de dónde coños vienen estos que estaban más que muertos?... Y, o no estaban tan muertos como parecían, o se los han inventado para que, así, la teoría del choque de civilizaciones, ideada por el Departamento de Estado USA, en boca de un profesor hace poco fallecido, resultara una realidad guerrera fuera del cerebro que la ideara. El maestro da por sentado en ¿su? Cantar de las dos Torres que hay dos fuerzas (nosotros, siguiendo a Marx que nos enseñara a dudar, lo dudamos). Y que una de ellas decidió y logró tumbar las torres. Sin embargo, pudiera ser que, desde el Sumo Conglomerado, saliera esa misma orden para, luego, achacarle, endosándosela, a aquellos 'reacios a tomarse nuestro interés como propio'. De ese modo, conscientes de la superioridad de sus armas, y cubriéndose de razones morales para su Fe, aplastar los pocos focos de resistencia que aun le quedaban. Ya hay ejemplos de esas monstruosidades.

Empero, como la historia así nos la han vendido, así la tomamos. Y de ella, tal como aparece en el 'Cantar de las dos Torres', sacamos algunas conclusiones no muy claras:

-Que poco se puede hacer por Arriba y mucho por Abajo.
-Que hay que hacer guerra a la Fe. Y Guerra a la Guerra.
-Que no queremos meternos nosotros en sus desafueros.
-Y, si, que con estas conclusiones, si estamos conformes.

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Foto tomada de la página web 'El Naviero'. Una pintada en la pared de una ermita de la población abulense de Las Navas del Marqués donde pasa temporadas el escritor zamorano

José Mª Amigo Zamorano: Dudas en torno a García Calvo

En la portada de una de sus últimas publicaciones, 'Cantar de las dos Torres', si no la última, Agustín García Calvo (D. Agustín) que algunos le dicen El Maestro, y con razón, porque maestro fue en institutos, academias y universidades y aún sigue ejerciendo su magisterio...; decimos que, en la portada, su nombre, como autor de este cantar, viene (como en otros libros suyos de poesías) entre signos interrogativos; tan notorios, además, que están trazados con su puño y letra, es decir: con su caligrafía particular.

¿Por qué lo hace?... ¿Qué quiere indicar con esos signos?... ¿No se considera autor del librito?... ¿No son suyos los diecisiete poemas?... ¿O qué?...

Veamos en este caso concreto: lo que narra no ha nacido mayormente de su imaginación, ya que, se dice en la contraportada, 'aprovecha el resonante derrumbe de las torres gemelas' de la imperial ciudad de Nueva York. De modo que, en puridad, son otros los que tendrían que apropiarse de ese escacharramiento, del amasijo de materiales y cadáveres, en que se convirtió la Fe de haber querido posesionarse del cielo, al tiempo que ponían barricadas a la trayectoria de los rayos del sol sobre los humanos, achicándolos sombriamente; y fueron otros los que, impulsados por la Fe, estrellaron 'tres aviones, tres de chatarra y de pedo de gas' contra esos elevados complejos arquitectónicos de la vanidad; no ha sido él, precisamente él, el inventor, el ideólogo, de tal hazaña; de su caletre no ha nacido semejante desbaratamiento; brotó, si, de la Fe contra la que guerrea; a ella, por lo tanto, y sólo a ella, hay que colgarle el mérito. No nos extraña que dude de su autoría.

Empero la interrogación ya tiene, en su misma sustancia, una cierta negación de... Por lo que no está bien expresado eso de poner 'duda'; no, no es duda, sino certeza lo que encierran esos dos signos interrogativos, lo que queda implícito en la pregunta: él ha escogido las palabras, ha hilado las frases, ha colocado el pentagrama y le ha puesto música a la epopeya: música 'risueña y tremebunda'. En resumen: ha querido dejar constancia literaria del colosal estropicio de la Fe que, en ocasiones, dicen, mueve montañas; y, en este caso concreto, desmorona torres que antes había levantado. Es como un notario que da fe de lo que aconteció, mas como, por otra parte, él es el que ordena los elementos de la trama y pone a su capricho otros que no estaban en el sangriento guión de los ideólogos del desaguisado, de ahí su titubeo, su autoría interrogativa, su no pero si.

Aunque, quizás, haya querido decir algo más, sobre las creaciones de obras literarias, con estos signos de interrogación con que encierra su nombre: ¿Agustín García Calvo?

Ya lo hemos dicho, lo repetimos: ordena los trozos del drama, y quita o añade otros, él escoge los vocablos, engarza las oraciones y elige el formato: la epopeya. Y, sin embargo, todo... o casi todo... (¡qué exageración por nuestra parte!)... le viene dado: tanto el hecho en si, como los tambores atronando, ya en Grecia se hacían cánticos parecidos; Homero los materializa en la Iliada y la Odisea; hasta las viudas de los aviadores Aixa, Fátima y Marien son sacadas del romance castellano y en el mismo orden se les hace aparecer en el 'Cantar de las dos Torres'.

Pero, ¿es Homero un creador personal o un ser colectivo?... ¿no estaba en el común de las gentes todas esas historias?... ¿no se contaba, así, con ese acento, al amor de la lumbre?... ¿no se ha trasmitido de generación en generación?... ¿no se lo narraban los padres a los hijos?... ¿es realmente Homero el autor?... ¿O quién?...

Y mas preguntas todavía: ¿no son los autores, que hoy firman, individualizándose sin recato, herederos de una riqueza que es del común?... ¿no se copian, en ocasiones, las ideas unos a otros?... ¿no se choricean (perdón por la palabreja) hasta versos enteros sin citar su origen?... ¿no lo hemos leído (sin que esto desdore su memoria) en cumbres poéticas tales como Lorca, Alberti y otros?...

Ya escribimos, en una anterior reseña sobre este mismo poemario, que el Conde de Volney, en su libro 'Las ruinas de Palmira', pone de relieve, para que se vea más nítido lo que es la Fe, cómo, antes de la batalla, los ejércitos le rezan a Dios para que les sea propicio en su guerra contra el enemigo. Involucran a Dios (ese fantasma) a fin de bendecir tal carnicería. Ambos creen. Tienen Fe. Agustín García Calvo (D. Agustín) quien guerrea contra esa Fe, como nosotros, seguro que conoce esa obra. Y la habrá leído. Sin duda. Y habrá más autores que hayan puesto de manifiesto esta contradicción de la Fe. Nosotros hablamos de lo que conocemos.

Esto no quita, en modo alguno, valor al 'Cantar de las dos Torres'. Es más, su interrogación de la portada incrementa su valía porque Agustín García Calvo, así, lo une, y se une, más, al Hombre Colectivo sin dejar por ello de ser un individuo creador.

Esto nos parece a nosotros, aunque, estamos seguros, dada la compleja personalidad del maestro, de que esta manera de presentarse al público tendrá otras motivaciones que habrá teorizado y expresado en multitud de ocasiones y en distintas tribunas desde donde se dirige a sus oyentes. Pero nosotros las desconocemos.

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Y ya para terminar y en otro orden de ideas: en posterior escrito (si es que lo hacemos, que eso está por ver) trataremos de ver qué se nos desprende de él (del cantar de esas torres) en cuanto al modo y manera de guerrear contra la Fe que monta, como hemos podido ver, estos tinglados tan sangrientos.

Lo decimos porque se nos viene a la memoria aquello que escribiera Aimé Césaire, en su 'Cahier d'un retour au Pays Natal', impidiéndonos permanecer como mirones:

"Y sobre todo mi cuerpo y también mi alma, guardaos de cruzar los brazos en la actitud estéril del espectador, pues la vida no es un espectáculo, un mar de dolores no es un proscenio, un hombre que grita no es un oso que danza... '.

Pues eso, vamos a ver si el poema nos mueve a actuar en consecuencia.