Mi intelecto libré de pensar bajo
bañó el agua castalia el alma mía
peregrinó mi corazón y trajo
de la sagrada selva la armonía.
¡Oh, la selva sagrada! ¡Oh, la profunda
emanación del corazón divino
de la sagrada selva! ¡Oh, la fecunda
fuente cuya virtud vence al destino!
Rubén Darío
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(*) El título es nuestro. Los versos pertenecen al primer poema de 'Cantos de vida y esperanza'.
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