El libro, Palabras para el Bienestar, que Ediciones Obelisco acaba de publicar, ahora, en julio, es de Concha Barbero; tiene por subtítulo 'Un camino hacía la armonía y la plenitud vital'. Se resume así el viaje interior que la autora ha emprendido en pos de la felicidad. Meta no exenta de dificultades; dificultades que va sorteando, poco a poco, ayudada con una buena dosis de lecturas de los más diversas orígenes, sin desdeñar los de una u otra tendencia ideológica, que incorpora para conseguir una buena arribada a esa isla de la felicidad llamada armonía interior y plenitud vital.
Así, hallamos en su zurrón los personajes mas variopintos: desde Nelson Mandela, Bernar Shaw, Simone de Beauvoir... hasta René de Chateaubriand o Teresa de Calcuta o místicos indúes... incluye haikus japoneses o poetas como el cósmico vate de la democracia yanqui, Walt Whitman, por nombrar algunos.
Todo lo aprovecha con tal de llegar a ese paraíso o utopía del Hombre que ha sido siempre la Felicidad. Podrá parecer contradictorio que espigue a derecha e izquierda. Pero no. No lo es. Porque de lo que se trata no es de cambiar el mundo en sus estructuras sociales y económicas, como intentara antaño, por ejemplo, Carlos Marx (El Marx que consideraba al individuo feliz si con su trabajo alcanzaba a hacer felices al mayor número de personas) no se trata de hacer un cambio revolucionario al estilo de Carlos Marx, no, sino cambiar solamente su mundo: el de Concha Barbero: es ella la que se quiere cambiar para llegar a esa plácida llanura a la que aspira.
Podría decirse que su mirada no quiere, conscientemente, abarcar más allá de sus entrañas y del entorno en el que se desenvuelve. Es un cambio en las pequeñas cosas que son las que pueden darnos la felicidad o convertir nuestra vida en un infierno. Un camino, en fin, para andar por casa, comoda, alegre, confiada...
Y, para ello, en primer lugar, tiene que conocerse a si misma, como ya aconsejara Sócrates, a quien también cita. Todo para desprenderse de polvos y pajas, de rebabas incrustadas, de errores futiles, de comportamientos incorrectos, o genios intempestivos, o enfados estúpidos, pueriles... Si eso se logra, y lo logra, es como ir consiguiendo paulatinamente esa armonía interior que hará cambiar a su vez el entorno. Porque, y aquí recordamos un dicho muy manejado, 'La caridad bien entendida empieza por uno mismo'. Y si uno está conforme consigo ha llegado al ser y entonces comulga con el universo y todos felices y contentos y...
Se podrá estar, o no, de acuerdo con este planteamiento, pero lo que si está claro es que plantea una cuestión importante: cómo ser coherente. Y para ello, para apartar contradicciones del sendero, se necesita hurgar en uno mismo, analizarse...
Un libro que nos enfrenta a nosotros mismos y que, además, está bien escrito, con un lenguaje claro, sencillo, sin una palabra más alta que otra y con la cita oportuna y popular en su lugar conveniente.
Para ser su primer libro, es un buen comienzo que augura otros, que serán interesantes de leer.
Así, hallamos en su zurrón los personajes mas variopintos: desde Nelson Mandela, Bernar Shaw, Simone de Beauvoir... hasta René de Chateaubriand o Teresa de Calcuta o místicos indúes... incluye haikus japoneses o poetas como el cósmico vate de la democracia yanqui, Walt Whitman, por nombrar algunos.
Todo lo aprovecha con tal de llegar a ese paraíso o utopía del Hombre que ha sido siempre la Felicidad. Podrá parecer contradictorio que espigue a derecha e izquierda. Pero no. No lo es. Porque de lo que se trata no es de cambiar el mundo en sus estructuras sociales y económicas, como intentara antaño, por ejemplo, Carlos Marx (El Marx que consideraba al individuo feliz si con su trabajo alcanzaba a hacer felices al mayor número de personas) no se trata de hacer un cambio revolucionario al estilo de Carlos Marx, no, sino cambiar solamente su mundo: el de Concha Barbero: es ella la que se quiere cambiar para llegar a esa plácida llanura a la que aspira.
Podría decirse que su mirada no quiere, conscientemente, abarcar más allá de sus entrañas y del entorno en el que se desenvuelve. Es un cambio en las pequeñas cosas que son las que pueden darnos la felicidad o convertir nuestra vida en un infierno. Un camino, en fin, para andar por casa, comoda, alegre, confiada...
Y, para ello, en primer lugar, tiene que conocerse a si misma, como ya aconsejara Sócrates, a quien también cita. Todo para desprenderse de polvos y pajas, de rebabas incrustadas, de errores futiles, de comportamientos incorrectos, o genios intempestivos, o enfados estúpidos, pueriles... Si eso se logra, y lo logra, es como ir consiguiendo paulatinamente esa armonía interior que hará cambiar a su vez el entorno. Porque, y aquí recordamos un dicho muy manejado, 'La caridad bien entendida empieza por uno mismo'. Y si uno está conforme consigo ha llegado al ser y entonces comulga con el universo y todos felices y contentos y...
Se podrá estar, o no, de acuerdo con este planteamiento, pero lo que si está claro es que plantea una cuestión importante: cómo ser coherente. Y para ello, para apartar contradicciones del sendero, se necesita hurgar en uno mismo, analizarse...
Un libro que nos enfrenta a nosotros mismos y que, además, está bien escrito, con un lenguaje claro, sencillo, sin una palabra más alta que otra y con la cita oportuna y popular en su lugar conveniente.
Para ser su primer libro, es un buen comienzo que augura otros, que serán interesantes de leer.
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