lunes, 29 de marzo de 2010

Edgar Lee Masters: LUCINDA MATLOCK

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Yo iba a los bailes en Chandlerville
y jugaba en Winchester al cambio de parejas.
Una vez que cambiamos parejas,
de vuelta a casa en coche a la luz de la luna de mediados de junio,
me encontré a Davis.
Nos casamos y vivimos juntos setenta
años gozando, trabajando, criando doce hijos,
de los que ocho murieron
antes que yo cumpliera los sesenta.
Yo hilaba, yo tejía, manejaba mi casa, cuidaba enfermos,
cultivaba el jardín y los días de fiesta
vagaba por los campos en que cantaban las alondras,
y en las orillas del Spoon River recogía mucha concha,
y mucha flor y hierba medicinal,
gritando a las colinas llenas de bosques,
cantando a los verdes valles.
A los noventa y seis ya había vivido suficiente, eso es todo,
y pasé a un dulce reposo.
¿Qué es lo que oigo decir de tristeza y fastidio,
mal humor, descontento y falta de esperanzas?
Degenerados hijos e hijas.
La vida es demasiado fuerte para vosotros.
Amar la vida quiere vida.

Autor: Edgar Lee Masters

Tradución de José Coronel Urtecho y Ernesto Cardenal
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Poesía Libre. Revista de Poesía. Ministerio de Cultura, Managua (Nicaragua) Año IV. Número 10, enero de 1984.

Responsable: Julio Valle-Castillo

Consejo Editorial:
Carlos Calero (Monimbó); Juan Ramón Falcón (Condega); Marvin Ríos (Niquinohomo); Cony Pacheco (Subtiava); Gonzalo Martínez (Bluefields); Gerardo Gadea (Ejército Popular Sandinista)

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