griot
Tarareaba las hazañas el griot, desde un caballo de polvo, alazán de confusión, desbocado en la ciega relación detenida de una historia calcinada.
El tambor, que regalaba airosas simientes a los pájaros que emigraban espantados hacia otras regiones más amables, se negó a seguir la melopea, desgarrando su vientre secular.
¡Oh suicidio definitivo de los recuerdos del Bosque de los Vivos y de los Muertos!: guardad en el ánfora: el miedo creador que levantará del polvo los anhelos.
Han huido, espantados también, todos los tesoros que guardaban celosamente los caimanes.
Asesinados.
Símbolos de los hombres valientes.
En las almacabras brillan dientes carcomidos.
¡Oh, Sol - Ozono!: Véngate fundiéndoles a los carniceros los bloques de hielo de sus enormes frigoríficos
¡Oh, Sol - Ozono!: arruina lentamente secando con tus rayos la tersa piel de esos mismos carniceros.
El tam-tam, ahora ya mudo testigo, se ríe, internamente triste, por el avance inexorable del siroco...
Mientras contempla, desgarrado, como el griot sigue cabalgando, el caballo de niebla o alazán de polvo desbocado en la historia detenida.
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