Por Moïse Rahmani (*)
La primera respuesta sería qué es ser ashkenasí. Y sin embargo yo conozco sefardim llamándose Eshkenazi. Y ¿cuántos de nuestros hermanos ashkenazíes de nombre Rappaport saben que el patronímico deriva de ‘Rofe da Porto’ (doctor de Porto) expulsados en 1497 de Portugal hacia los países del Norte y donde la contracción, hacia los siglos XVII y XVIII, ha dado Rappaport?
Ser sefardí en nuestros días ¿sería pertenecer a un ‘minhag’, un rito específico? Un poco sin duda, aunque numerosos de nuestros hermanos frecuenten una u otra sinagoga de ‘rito’ diferente. Por cierto, la integración en la liturgia de tal o cual piyut define la pertenencia a tal o cual rito. ¿El hecho de decir A o TT en lugar de O y TH hace también de nosotros sefardíes o ashkenazíes?
Después de 23 siglos al menos, dos escuelas predominan: la de Shammai y la de Hillel, dos Hahamin, dos sabios que vivían entonces en Palestina que estaba en manos de los Seléucidos. Shammai representa el rigor, la ‘gvura’. Hillel, la dulzura, la ‘hassidut’. El sefardí se reconoce en Hillel. No es que nuestro hermano ashkenazí carezca de hassidut y que los sefardin no tengan gvura, sino que ante un problema que se plantea la hassidut prevalecerá (¡poco importa cómo vengas a la sinagoga, ven ya!) Ser sefardin es, así mismo, introducir íntiammente a D.ios en nuestra vida cotidiana. Ninguna conversación es posible si no está matizada a cada momento por frases como ‘Se kere el D.io, Baroukh Hazme, Inch’ Allah’. ¿Es esto todo? No, naturalmente.
(1) Ser sefardí es tener el sol consigo. El sol y el calor. Incluso cuando llueve. Ser sefardí es tener la alegría de vivir clavada en el cuerpo. La ternura ruda y tosca. Ser sefardí es reír, siempre. Y de sí, en primer lugar. Ser sefardí es también hablar alto, hablar fuerte, hablar alegre. Hablar incluso con las manos. Ser sefardí es siempre compartir. Ser sefardí es dar. Ser sefardí es ayudar, sostener al otro, no importa qué otro. Ser sefardí es inclinarse para mejor escuchar al prójimo. Es respetarlo. Es ser tolerante. Ser sefardí es comprender y perdonar. Ser sefardí es olvidar la injuria y devolver bien por mal. Ser sefardí es ser orgulloso, liberal, generoso, gran señor. Ser sefardí es ignorar el temor, salvo el de D.ios. Ser sefardí es tener el desprecio de la estrechez, de la mezquindad, de la muerte. Ser sefardí es soñar. Ser optimista. Ser sefardí es saber estar satisfecho de su destino y desterrar la envidia.
(2) Ser sefardí es poseer un poco de España, de esta Separad, ‘la tierra más hermosa’ en si. Tener después de cinco siglos de andar errando la pena, la nostalgia. Sin amargura en el corazón. Ser sefardí es estar orgulloso de nuestro pasado español, de la Edad de Oro que fue nuestra. Ser sefardí es lamentar no tener ya un monarca que se declare ‘emperador de las tres religiones’. Y ser sefardí es servir, sobre todo, de puente, de pasarela entre los hombres, imitando a nuestros antepasados de la Escuela de Traductores de Toledo en el siglo XII.
Entonces, ¿qué significa ser sefardí actualmente? Es hoy como ayer y ‘Be ezrat Hazme, Inch’ Allah, se kere el D.io’ como mañana, ¡ser judío, simplemente.
(*) Moïse V. Rahmani es un ardiente defensor de la cultura sefardí. Ha fundado, hace más de 5 años ‘Los Muestros’, una revista cultural trilingüe (francés, inglés y judeo-español) Consagra una parte de su tiempo a esta cultura acercándose así a la a las gentes más allá de las barreras del lenguaje y la religión.
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La traducción del francés la hicieron: R. Boumediane (1416), A. J. Escudero (5756), J. Lledó (1996) y Mª Antonia Yuste (1996) Los números hacen referencia al diferente cómputo que hacen las civilizaciones.
La primera respuesta sería qué es ser ashkenasí. Y sin embargo yo conozco sefardim llamándose Eshkenazi. Y ¿cuántos de nuestros hermanos ashkenazíes de nombre Rappaport saben que el patronímico deriva de ‘Rofe da Porto’ (doctor de Porto) expulsados en 1497 de Portugal hacia los países del Norte y donde la contracción, hacia los siglos XVII y XVIII, ha dado Rappaport?
Ser sefardí en nuestros días ¿sería pertenecer a un ‘minhag’, un rito específico? Un poco sin duda, aunque numerosos de nuestros hermanos frecuenten una u otra sinagoga de ‘rito’ diferente. Por cierto, la integración en la liturgia de tal o cual piyut define la pertenencia a tal o cual rito. ¿El hecho de decir A o TT en lugar de O y TH hace también de nosotros sefardíes o ashkenazíes?
Después de 23 siglos al menos, dos escuelas predominan: la de Shammai y la de Hillel, dos Hahamin, dos sabios que vivían entonces en Palestina que estaba en manos de los Seléucidos. Shammai representa el rigor, la ‘gvura’. Hillel, la dulzura, la ‘hassidut’. El sefardí se reconoce en Hillel. No es que nuestro hermano ashkenazí carezca de hassidut y que los sefardin no tengan gvura, sino que ante un problema que se plantea la hassidut prevalecerá (¡poco importa cómo vengas a la sinagoga, ven ya!) Ser sefardin es, así mismo, introducir íntiammente a D.ios en nuestra vida cotidiana. Ninguna conversación es posible si no está matizada a cada momento por frases como ‘Se kere el D.io, Baroukh Hazme, Inch’ Allah’. ¿Es esto todo? No, naturalmente.
(1) Ser sefardí es tener el sol consigo. El sol y el calor. Incluso cuando llueve. Ser sefardí es tener la alegría de vivir clavada en el cuerpo. La ternura ruda y tosca. Ser sefardí es reír, siempre. Y de sí, en primer lugar. Ser sefardí es también hablar alto, hablar fuerte, hablar alegre. Hablar incluso con las manos. Ser sefardí es siempre compartir. Ser sefardí es dar. Ser sefardí es ayudar, sostener al otro, no importa qué otro. Ser sefardí es inclinarse para mejor escuchar al prójimo. Es respetarlo. Es ser tolerante. Ser sefardí es comprender y perdonar. Ser sefardí es olvidar la injuria y devolver bien por mal. Ser sefardí es ser orgulloso, liberal, generoso, gran señor. Ser sefardí es ignorar el temor, salvo el de D.ios. Ser sefardí es tener el desprecio de la estrechez, de la mezquindad, de la muerte. Ser sefardí es soñar. Ser optimista. Ser sefardí es saber estar satisfecho de su destino y desterrar la envidia.
(2) Ser sefardí es poseer un poco de España, de esta Separad, ‘la tierra más hermosa’ en si. Tener después de cinco siglos de andar errando la pena, la nostalgia. Sin amargura en el corazón. Ser sefardí es estar orgulloso de nuestro pasado español, de la Edad de Oro que fue nuestra. Ser sefardí es lamentar no tener ya un monarca que se declare ‘emperador de las tres religiones’. Y ser sefardí es servir, sobre todo, de puente, de pasarela entre los hombres, imitando a nuestros antepasados de la Escuela de Traductores de Toledo en el siglo XII.
Entonces, ¿qué significa ser sefardí actualmente? Es hoy como ayer y ‘Be ezrat Hazme, Inch’ Allah, se kere el D.io’ como mañana, ¡ser judío, simplemente.
(*) Moïse V. Rahmani es un ardiente defensor de la cultura sefardí. Ha fundado, hace más de 5 años ‘Los Muestros’, una revista cultural trilingüe (francés, inglés y judeo-español) Consagra una parte de su tiempo a esta cultura acercándose así a la a las gentes más allá de las barreras del lenguaje y la religión.
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La traducción del francés la hicieron: R. Boumediane (1416), A. J. Escudero (5756), J. Lledó (1996) y Mª Antonia Yuste (1996) Los números hacen referencia al diferente cómputo que hacen las civilizaciones.
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Los puntos 1 y 2, que aparecieron en la revista ‘Caminar Conociendo’ también en francés aquí se suprimen en ese idioma.
TEXTO DE LA CITADA REVISTA, ‘Caminar Conociendo’, Nº 5, PÁGINA 48 DE JULIO DE 1996
Los puntos 1 y 2, que aparecieron en la revista ‘Caminar Conociendo’ también en francés aquí se suprimen en ese idioma.
TEXTO DE LA CITADA REVISTA, ‘Caminar Conociendo’, Nº 5, PÁGINA 48 DE JULIO DE 1996
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