miércoles, 28 de marzo de 2007

Román Gubern: 'Recuerdo y Homenaje a Manuel Villegas López'

Román Gubern
Román Gubert (*):
‘Recuerdo y Homenaje a Manuel Villegas López’

Manuel Villegas López fue un donostiarra inteligente y culto, atento espectador del cine desde su juventud y tuvo la fortuna de crecer de crecer en este arte en su etapa formativa, cuando se estaba constituyendo como una forma estética nueva y cuando sus imágenes eran todavía mudas. Los historiadores actuales del cine, nacidos ya en la época sonora, envidiamos secretamente a quienes tuvieron el privilegio de verlo crecer en la etapa de su inocencia, pero también en la etapa de su experimentación, envuelta en debates interminables acerca de su polémica identidad estética. Así podría legarnos Villegas en 1935 un precioso librito, titulado expresivamente ‘Espectador de sombras' (1935), que constituye un extraordinario testimonio de esta época y de su percepción gozosa del cine, cuando este se estaba constituyendo en un nuevo arte.
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Pero Villegas López no fue solo un escritor y un crítico de rigor intelectual, tanto con la pluma como con el micrófono (fue, en Unión Radio, uno de los primeros críticos radiofónicos en España, de 1932 a 1935), sino también un activista. Primero en el frente del cineclubismo, formando parte del grupo fundador del G.E.C.I. (Grupo de Escritores Cinematográficos Independientes), cuyo manifiesto fundacional apareció en septiembre de 1933 y que publicó varios libros valiosos, entre ellos: ‘Cita de ensueños’, de Benjamín Jarnés, y también en el Cineclub Imagen, que proyectó por primera vez en España, seguida de fulminante prohibición, ‘Tierra sin pan’ de Buñuel. Pero su activismo tuvo su etapa más arriesgada durante la tragedia de al guerra civil, cuando en 1937 fue nombrado jefe de los Servicios Cinematográficos republicanos, e incluso dirigió, gran cantidad de documentales y de cortometrajes de propaganda.
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Como tantos otros intelectuales españoles, Villegas López partió para el exilio y desde Buenos Aires prosiguió su magisterio, escribiendo algunos de sus libros más fundamentales, entre ellos su Charles Chaplin, el genio del cine (1943) que sería repetidamente reeditado en versiones sucesivamente ampliadas y puestas al día. Al principio de los años 50 regresó a España y es cuando tuve la oportunidad de conocerle y tratarle. El siempre tuvo una gran deferencia hacia mi y reseñaba puntualmente todos mis libros, en el papel o en las ondas, y me piropeaba siempre que podía acerca de la prodigalidad de mi escritura y la variedad de temas que trataba. Un día me dijo una frase que nunca olvidaré: ‘Gubern, usted tiene una cabeza como la de Napoleón, pues es capaz de pasar de un cajón a otro de su cerebro como si nada, abriéndolos y cerrándolos en un periquete’. Yo ignoraba que Napoleón tuviera tal facultad, pero es una frase que siempre he recordado con cariño. Era extraordinariamente reacio a hablar de sus experiencias cinematográficas durante la guerra civil. Cuando hubo que incluir su biografía en la Enciclopedia Espasa me designó a mi como su biógrafo e intenté aprovechar esta oportunísima ocasión para sonsacarle datos de esta agitada época de su vida, pero choqué con su hermetismo.
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Supongo que había sufrido bastante y, por demás, la dictadura seguía todavía en pie, por lo que no juzgaba oportuno recordar sus actividades antifascistas. Cuando en 1967 se celebraron las Primeras Jornadas Internacionales de Escuelas de Cine en Sitges, que se adivinaban de alto voltaje reivindicativo frente a las autoridades, fue nombrado presidente de aquel evento, pero su fino olfato político le hizo oler que aquello acabaría en un estallido y envió un diplomático telegrama excusando su asistencia por razones de salud. De manera que me tocó actuar a mi como presidente en funciones, por ausencia de Villegas. Su azarosa vida le había enseñado a ser prudente.

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Villegas López había apoyado en esta década al Nuevo Cine Español, que celebró con artículos y con un libro, de modo que siempre quiso estar junto a los jóvenes y sus inquietudes, con el apoyo de su sabiduría y experiencia. Fue un maestro para muchos de nosotros, que no lo olvidaremos fácilmente.

(*) Román Gubert es catedrático de Comunicación Audiovisual en la Universidad Autónoma de Barcelona. Autor de ‘La mirada opulenta. Exploración de la iconosfera contemporánea’ ‘Imagen pornográfica y otras perversiones gráficas’, así hasta más de una veintena.

EN LA REVISTA ‘CAMINAR CONOCIENDO’, NÚMERO 5, PÁGINA 11 DE JULIO DE 1996

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